Church leaders speak on anti-Asian violence

As members of the one body of Christ and the family of humanity, we join together to condemn the rise in overt anti-Asian violence in the United States.  We join with our Asian American siblings to call for an immediate end to xenophobic and racist rhetoric, hate crimes and violence against Asian Americans.  Thousands of incidents of racism against the Asian American community have been reported since the COVID-19 pandemic began, and many more have gone unreported.  The intentional use of such nomenclature for the COVID-19 virus such as “the China virus”, has been perpetuated and promoted by leaders in the US with impunity.  We denounce racist language against Black and brown communities, and we must insist that anti-Asian violence be called out and addressed as part of the systemic injustices laid bare in this time of global pandemic.

As followers of Jesus Christ, we must hold ourselves accountable to the Biblical commandment to love God by loving neighbor, (Mark 12:31, 1 John 4:21) and to affirm that all are created in the image of God. (Genesis 1:27).  Jesus teaches us that we are to love one another as he has loved us, and that such love will say to the world that we are his disciples. (John 13:34-35).

In the context of such violence, the shooting at multiple spas in Georgia that resulted in the additional loss of Asian lives demands that we be vigilant in naming and eliminating the ongoing threats being faced by over 20 million Americans.  Whenever one human being is diminished, we are all diminished.  We cannot remain silent in the face of such violence and terrorism being visited upon our siblings.  We stand in solidarity with Asian American Christians and community leaders to call US leaders to account and demand justice and safety for Asian Americans.  We must hold elected officials accountable for their words and inaction, as we must whenever such racist and bigoted injustice occurs.  For the sake of the common good, (Jeremiah 29:7), we urge them to pursue justice and peace. (1 Timothy 2:2)

We say we are Disciples of Christ, a movement for wholeness in a fragmented world.  We say we welcome all to the Lord’s table as God has welcomed us.  We say we are an anti-racist, pro-reconciling church.  We call each other as Disciples of Christ to do the work of being that church. Let us be the church we say we are.

Como miembros del cuerpo de Cristo y de la familia de la humanidad, nos unimos para condenar el aumento de la violencia manifiesta contra los asiáticos en los Estados Unidos. Nos unimos a nuestros hermanos asiático-americanos para pedir el fin inmediato de la retórica xenófoba y racista, los crímenes de odio y la violencia contra los asiático-americanos. Se han informado miles de incidentes de racismo contra la comunidad asiático-americana desde el comienzo de la pandemia de COVID-19, y muchos más no han sido denunciados. El uso intencional de dicha nomenclatura para el virus COVID-19, como “el virus de China”, ha sido perpetuado y promovido por líderes en Estados Unidos con impunidad. Ese lenguaje racista contra las comunidades negras y morenas de hecho sería denunciado, y debemos insistir en que la violencia anti-asiática sea denunciada y abordada como parte de las injusticias sistémicas puestas al descubierto en esta época de pandemia global. Como seguidores de Jesucristo, debemos responsabilizarnos por el mandamiento bíblico de amar a Dios amando a nuestro prójimo (Marcos 12:31, 1 Juan 4:21) y afirmar que todos y todas fueron creados a la imagen de Dios. (Génesis 1:27). Jesús nos enseña que debemos amarnos unos a otros como él nos ha amado, y que ese amor le dirá al mundo que somos sus discípulos. (Juan 13: 34-35).

En el contexto de tal violencia, el tiroteo en múltiples balnearios (spa) en Georgia que resultó en la pérdida adicional de vidas asiáticas exige que estemos atentos para nombrar y eliminar las amenazas continuas que enfrentan más de 20 millones de estadounidenses. Siempre que un ser humano se ve disminuido, todos somos disminuidos. No podemos permanecer en silencio frente a la violencia y el terrorismo que afectan a nuestros hermanos y hermanas. Nos solidarizamos con los cristianos asiático-americanos y los líderes comunitarios para pedir cuentas a los líderes estadounidenses y exigir justicia y seguridad para los asiático-americanos. Debemos responsabilizar a los funcionarios electos por sus palabras e inacción, como debemos hacer siempre que ocurra una injusticia racista e intolerante. Por el bien común (Jeremías 29: 7), los instamos a buscar la justicia y la paz. (1 Timoteo 2: 2)

Decimos que somos Discípulos de Cristo, un movimiento por la plenitud en un mundo fragmentado. Decimos que damos la bienvenida a todos a la mesa del Señor como Dios nos ha recibido a nosotros. Decimos que somos una iglesia anti-racista y pro-reconciliadora. Nos llamamos unos a otros como Discípulos de Cristo para hacer el trabajo de ser esa iglesia. Seamos la iglesia que decimos ser.